miércoles, 17 de septiembre de 2008

Deformidades laborales: Larrea y Napito

Personajes de renombre
Excélsior, 17 de septiembre
David Páramo
¿Qué hicieron Abascal y Salazar Sáenz por la Ley Federal del Trabajo?

Cuando Carlos Abascal era secretario del Trabajo confesaba que la inmensa mayoría de las empresas violaba la Ley Federal del Trabajo, porque se trataba de un ordenamiento arcaico que no respondía a la realidad laboral; sin embargo, no pudo hacer absolutamente nada. Francisco Xavier Salazar tampoco tuvo posibilidad de cambiar esta tragedia y, hasta hoy, Javier Lozano no ha sido diferente.
Salvo para los líderes sindicales, que han vivido a costa de sus agremiados, la necesidad de una reforma laboral se antoja impostergable. Obviamente, jamás habrá un momento adecuado y siempre habrá millonarios grupos de presión dispuestos a desquiciar el país con amenazas de desestabilización. Suena inaceptable que las cuotas sirvan para enriquecer a líderes que usan su fuerza contra los propios trabajadores.
Sindicatos como el minero que hace mucho no representa a sus trabajadores, pero que puede mantener la guerra personal de Napoleón Gómez Urrutia contra otro personaje negro para el empresariado mexicano: Germán Larrea.
Valdemar Gutiérrez, quien está trabajando para convertir el sindicato del IMSS en su propiedad. Sus antecesores, ahora en desgracia, usaron las millonarias cuotas que entrega el instituto a sus dirigentes para impulsar el proyecto político de AMLO y no para beneficiar a sus agremiados.
Organizaciones sindicales como las de Luz y Fuerza o Pemex que han ganado espacios de impunidad por el temor que generan entre los gobernantes. Al primer golpe en la mesa de Martín Esparza o de Carlos Romero Deschamps, la administración federal se dobla. Bastaría ver la forma en que el gobierno de Felipe Calderón ha preferido ceder a los caprichos de Elba Esther Gordillo en busca de una cuestionable gobernabilidad.
En tanto, la realidad ha generado una gran cantidad de deformidades. Cada vez son más comunes los trabajadores que se contratan bajo el esquema de honorarios, es decir, no tienen prestaciones de ley, como fondo de pensiones, IMSS o Infonavit.
Adicionalmente se han ido desvirtuando las empresas de outsourcing. Creadas como una manera de hacer más eficiente a las compañías al subcontratar servicios, se han vuelto un camino para disminuir los derechos de los trabajadores.
Se crean empresas con capital mínimo que no cumplen con los requisitos de ley y, en caso de tener un siniestro laboral, sólo responden hasta por su capital, dejando desprotegido al trabajador. También se han convertido en una suerte de negocio entre líderes sindicales y empresarios. De los muertos en Pasta de Conchos, dos tercios pertenecían a estas empresas, ganando una cuarta parte menos que los sindicalizados; sin embargo, Larrea le pagaba desplazamiento a su ahora enemigo Gómez Urrutia.
En la Cámara de Diputados se aprobó por unanimidad una serie de reformas que buscan poner orden a este tipo de empresas y dar seguridad laboral a los trabajadores; sin embargo, el cruce de intereses ha complicado el trámite de esta normatividad en el Senado de la República.
Hay líderes empresariales que abiertamente están cabildeando en contra de esta iniciativa con argumentos que van desde el aumento en los costos laborales y el impacto que tendría en el empleo. También hay quienes aseguran que hay diferencias entre Juan Molinar y Lozano por la negociación que está teniendo esta minuta. En el fondo hay quienes usan todo su poder para evitar un cambio, porque para muchos resulta más cómodo que los trabajadores tengan menos garantías de seguridad social en un malentendido intento de disminuir el costo de la mano de obra.
Lo cierto es que las reformas a las empresas de outsourcing sólo deben ser vistas como el principio de un proyecto más ambicioso que debe concluir en una reforma laboral. Cuando el presidente Calderón cuestiona la falta de competitividad en el país tiene que poner un especial acento en la falta de flexibilidad laboral.
Si bien es cierto que las instituciones de crédito han tomado una serie de medidas para disminuir el ritmo de otorgamiento de crédito y que la cartera vencida no es vista como un problema serio o con tendencia a salirse de control, uno de los temas que tiene más interesados a los banqueros es el muy fuerte incremento de los clientes que durante las últimas semanas se han acercado a solicitar reestructuras o planes de pagos diferidos.
No se trata de clientes que se encuentren en cartera vencida necesariamente sino que hay un grupo de personas que considera que podría llegar al incumplimiento y buscan una solución anticipada. A pesar de que se trata de una medida correcta de control, lamentablemente hay empleados bancarios que asesoran mal y recomiendan a los clientes que dejen de pagar.
Más allá de que no es una política de las instituciones de crédito, caer en esta práctica genera mayores problemas a los clientes que, entre otras cosas, ven daño su historial crediticio. Es necesario que las áreas de atención a cliente sean mucho más estrictas con la manera en que sus ejecutivos atienden estas solicitudes de sus clientes.
Entre los sobrecargos ha permeado el mito de que todas las acciones que está tomando la administración de Aeroméxico tiene como casi única finalidad reventar el contrato colectivo para estar listos para una fusión con Mexicana de Aviación. En primer término, con o sin fusión, hoy ninguna de las dos empresas está en condiciones de mantener prestaciones que, claramente, correspondían a otra época de la aviación. Tiempos en los cuales estas líneas tenían un control casi monopólico del sector y que los costos no eran un problema mayor; sin embargo, hoy las condiciones han cambiado y no volverán a ser iguales. Los sobrecargos deben comprender que, por duro que parezca, lo más importante es preservar la fuente de empleo y no terminar jugando a favor de las empresas llamadas de bajo costo.

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